jueves, 22 de enero de 2009

LA DIFERENCIA DE LA IGUALDAD

En éstos últimos días vi en televisión y leí en un conocido diario matutino, informes sobre la discriminación y el racismo.
Creo que no aprendimos las lecciones de historia mundial y nacional, y temo –esto es lo más desconsolador— que no aprenderemos; los humanos en general y los argentinos en particular a respetar, a tolerar y a comprender al prójimo.
Un programa de TV emitió como conclusión que la mayor generadora de discriminación se encontraba entre los sectores ricos y pobres, luego entre las distintas etnias, razas y nacionalidades de habitantes de nuestro país y luego la discriminación que se hace a través del sexo y orientación sexual. La ecuación es simple de acertar: a mayor pobreza, mayor ignorancia, mayor discriminación. La ecuación aunque no se formuló en cuanto al otro segmento: los ricos; es tácita, es totalizadora, englobante de todas las demás franjas que se ven victimizadas y victimizan a su vez.
Resulta una obviedad decir a éstas alturas que todos discriminamos, que todos en el fondo contenemos un diferenciador que espera una chispa para hacer estallar el polvorín de la convivencia aparentemente armónica. Quien no se concientiza de ello es un negador. Y uno debe concientizarse y ser autocrítico para no reaccionar, para no caer en el éxtasis prepotente de creerse mejor que el otro.
Somos culturalmente discriminadores de diversas formas; sin embargo, en principio hay que establecer pautas entre lo que es discriminación dispositiva y discriminación inquisitiva. Discriminación dispositiva es aquella que latamente se realiza con una o varias series de al menos dos opciones dentro de un panorama de elección de objetos o sujetos a los que se prefiere por sus aptitudes positivas objetivas y que con respecto a las personas no debe fundamentarse de ninguna manera en conceptos de raza, religión, opiniones políticas o sociales. Ya que de ésta manera no se hace más que fundamentar la elección en particularidades injustificables per se. Tal electividad debe regirse por un firme y continuamente controlado sentido de la objetividad a cerca de la funcionalidad determinada de una persona por sus aspectos psicofísicos positivamente productivos para la sociedad y el individuo.
Ciertamente he aquí otro problema: el utilitarismo perverso que puede hacerse del método objetivo de elección en la búsqueda sutil de justificación para un segregacionismo institucionalizado e institucionalizante.
La discriminación inquisitiva es aquella que no se fundamenta o es abiertamente justificada en conceptos ilógicos, irracionales, incontrastables y antihumanos como los basados en el sexo, la orientación sexual, características étnicas, genéticas, disminuciones psíquicas o físicas, creencias religiosas, ideas políticas, sector social o económico de origen y pertenencia de las personas. Esta clase de discriminación sostiene el status y dignidad del grupo dominante por sobre la cosificación y la humillación del grupo discriminado.
Sabemos entonces que la discriminación tiene su raíz en una profunda baja autoestima y una necesidad patológica de poder que lleva a cualquier ser humano a la reacción, a la bestialidad por sí misma. ¿Sabemos como desactivarla para no autodestruirnos?
La discriminación es parte del control social que emplean los factores y grupos de poder que están dentro de los esquemas del poder policial ( aquel que no se sujeta a la Constitución de la República Argentina y es contraria al estado de derecho [art. 17, 18, 19 preponderantemente] ) logrando hacer somatizar por tales patologías los inconformismos y las divisiones de los ciudadanos y los habitantes de la nación para lograr sus fines de dominación.
¿Es que hay nazis en los sectores de poder? –puede preguntar cualquiera que ande a pie—Quizás sí, quizás no; lo fundamentalmente cierto es que la discriminación es una herramienta paranoide y policial que nos hace ver en el otro al enemigo, en el otro el infierno que Sartre no pudo reconocer en sí mismo.
Ser nazi no cuesta nada, es fácil, solo hay que abandonarse al odio, a la irracionalidad. Los nazis están en todas partes, en todas las clases sociales y económicas, los hay altamente ideologizados y sutiles y los hay sin convicción y groseros. Los más visibles se pueden hallar en Avenida de Mayo y sus adyacencias y en los taxis de la ciudad de Buenos Aires. Los más sutiles e ideologizados se hallan en los partidos políticos y en las universidades de derecho, creando esquemas y perjeniando doctrinas deformantes y pervertidoras de la democracia y la justicia.
Dejo una pregunta que no es mía sino de mi amigo Arturo ¿Por qué la mayoría de los taxistas son nazi fascistas y no más bien fassistas del faso como tiene que ser un buen argentino? ¿eh?

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