lunes, 26 de abril de 2010

Todo bien?

La pregunta ha sustituido a un saludo neutro pero amistoso, y ancestral por un cuestionamiento que suena amable, inocente y superficial y que al jugar con la totalidad acaso encierre una afirmación obligatoria y fascista a estar óptimo, predispuesto, positivo, pila-pila. Y más que una obligación parece una astreinte sistemática de la buena civilidad.
Desde ya, criticar esta frase hecha (para agregar al Manual de zonceras argentinas) hace enardecer a sus variopintos usuarios.
Se pregunta afirmando porque no se desea saber como está el otro en verdad y profundidad. El otro no importa si no es y está como yo. Ya lo dice el aviso de Coca-Cola: "El mundo no está preparado para otra respuesta". Y se ha impuesto como verdad omnisciente, se ha amaestrado al mundo para que no acepte sino su feliz rostro narcisista e individualista y el resto... son restos, no sirven.
Mis disculpas, soy un malpensado, un rencoroso de manual, sí, y me encanta sacar a pasear mi impostura por donde sea. Me encantaría y hasta quizás pagaría para oír la respuesta de aquellos adictos /as al bienestar perenne mientras son fastidiados en un asalto a punta de cuchillo o bufoso, o cuando son estafados en una transacción, o son víctimas de un secuestro, de una violación, o una paliza y preguntarles con una mano en el hombro: ¿Todo bien? ¿Qué sentiste en ese momento?
Bien, es todo desde aquí, adelante estudios centrales.